Un recuerdo para los que se fueron...
Para este Arlequín si hay fechas que hay que recordar, bueno, bueno, tengo que ser sincero, no es la fecha, si no, a la persona que se fue en esa fecha. Te estarás preguntando, ¿que carajo quiere decir este pobretón? Simple, quiero hacer un recuerdo a todos los que se han ido y los que se irán antes que yo, por que aun que sea un Arlequín insolente, sigo teniendo algo de mortal...
Primero:
La procesión del entierroLo anterior es un escrito de Jaime Sabines donde manifiesta su postura ante la costumbre del sepelio que se hace antes del entierro, de alguien muerto.
La procesión del entierro en las calles de la ciudad es ominosamente patética. Detrás del carro que lleva el cadáver, va el autobús, o los autobuses negros, con los dolientes, familiares y amigos. Las dos o tres personas llorosas, a quienes de verdad les duele, son ultrajadas por los cláxones vecinos, por los gritos de los voceadores, por las risas de los transeúntes, por la terrible indiferencia del mundo. La carroza avanza, se detiene, acelera de nuevo, y uno piensa que hasta los muertos tienen que respetar las señales de tránsito. Es un entierro urbano, decente y expedito.
No tiene la solemnidad ni la ternura del entierro en provincia. Una vez vi a un campesino llevando sobre los hombros una caja pequeña y blanca. Era una niña, tal vez su hija. Detrás de él no iba nadie, ni siquiera una de esas vecinas que se echan el rebozo sobre la cara y se ponen serias, como si pensaran en la muerte. El campesino iba solo, a media calle, apretado el sombrero con una de las manos sobre la caja blanca. Al llegar al centro de la población iban cuatro carros detrás de él, cuatro carros de desconocidos que no se habían atrevido a pasarlo.
Es claro que no quiero que me entierren. Pero si algún día ha de ser, prefiero que me encierren en el sótano de la casa, a ir muerto por las calles de Dios sin que nadie se dé cuenta de mí. Por que si amo profundamente esta maravillosa indiferencia del mundo hacia mi vida, deseo también fervorosamente que mi cadáver sea respetado.Jaime Sabines
Por otra parte, pero siguiendo con el tema:
Otro escrito de este gran escritor donde pone su postura del entierro en alto y con un profundo desagrado e ironía...
Qué costumbre tan salvaje...
¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!, ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra! Es tratarlos alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir.
Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras?
Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la caja, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales.
Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlo a un río?
Habría que tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.Jaime Sabines
Por ahora, dejo estos dos escritos o poemas en prosa como recuerdo para todos aquellos que de una forma u otra se han ido antes que yo y por lo menos cruzamos una mirada... Ahora es tu turno lector, tu turno de opinar sobre estas costumbres... ¿Que te parece la muerte?, ¿la has sentido cerca?, ¿que tal es el verla, como la has pasado?...